El Coronel Franz Von Waldheim se encuentra destacado en París con una misión muy concreta: hacerse con las modernas pinturas francesas, las mismas calificadas de "degeneradas" por los nazis, y cargarlas en un tren con destino a Alemania para el Tercer Reich. Tiene encomendada la orden de proteger la carga del más mínimo daño y el deber de observar el límite de tiempo: el que tarden los aliados en reconquistar la ciudad.